18 de enero de 2009

Pensamientos inconexos

Azulejos blancos, cenefa geométrica. En el bidé se encuentra un hombre sentado; calzoncillos bajados, mirada perdida. Junto al lavabo otro hombre se está afeitando. Los ojos del hombre ausente están fijos como una película impenetrable en el desagüe de la bañera, visión borrosa seguramente, empero su pensamiento fluye con el agua ficticia que sale del grifo averiado y va a parar inexorablemente al sumidero. Inconsciente, el hombre atareado clava sus pupilas en su compañero por medio del espejo, detiene su movimiento de muñeca provocando una sanguinolenta hendidura; se aterra profundamente, sus ojos claman piedad. El pavor no le deja respirar –la sangre recorre su rostro buscando desembocadura por el rugoso cauce de acné–; reverbera de pared en pared, una y mil veces repetido, el truculento silencio… Finalmente, el agua y la sangre declinan en su fluir.

Anónimo

No hay comentarios: