4 de enero de 2009

Afrodita y Adonis

El nombre de Afrodita no es griego. En la etimología popular significa “nacida de la espuma” y en griego “espuma”, pudiendo provenir del término aphrós; por esta razón existe la leyenda de que Afrodita nació de la espuma surgida al caer los genitales de Urano al agua. Una vez que nace se sube a una concha, con la que navega hasta Pafos, en Chipre. Esta versión del nacimiento aparece en la Teogonía de Hesiodo, s. VII a.C. Sin embargo, esta Afrodita no es la que se casa con Hefesto. Ésta aparece en la obra de Homero del s. VIII a.C., donde habla de un nacimiento diferente, como hija de Zeus y Dione (la brillante), una divinidad primigenia.

Afrodita es diosa del amor natural que surge entre los individuos y que conduce a la pasión y la seducción, pero no a la pasión desenfrenada y negativa, sino a la positiva. Este amor negativo es característico de Eros, hijo de Afrodita, que tiene faceta de amor vengativo. La Diosa siempre va acompañada de su séquito, formado por Eros, Hímeos (el deseo) y Peithó (la persuasión).



Ésta tiene su correspondiente en el mundo oriental: Aštarte o Ištar. Sin embargo en el mundo griego también encontramos dos Afroditas: una en Atenas y otra en Esparta (Lacedemonia, Peloponeso), la cual no tiene que ver con el amor, ya que aparece armada como una diosa guerrera –el pueblo espartano era muy estricto en la educación y el régimen militar–, lo que ha llamado la atención de los estudiosos.

La relación de Afrodita con oriente se manifiesta en el mito de Adonis.

En Siria vivía una princesa de extremada belleza llamada Mirra. Un día su madre perdió los papeles y pecó de hybris (orgullo): iba diciendo que su hija era más bella que cualquiera de las diosas del Olimpo –este pecado se da bastante en el mundo griego, y es castigado por los dioses–.

En un momento dado la madre llega a decir que su hija es mayor beldad que Afrodita, la diosa más bella. Por ello Afrodita castiga a la hija de forma atroz, haciendo que se enamore de su padre. Evidentemente no puede estar con él e intenta suicidarse, pero su nodriza se apiada de ella y le presta su ayuda para penetrar en el dormitorio de su padre, pudiendo así compartir lecho íntimamente. Ésta lo arregla todo para que por la noche, a oscuras, entre en la habitación y tengan relaciones. La añagaza se repite durante doce noches, sin que el padre la reconozca, pensando quizá que se trataba de concubinas.

La última noche, Mirra, deja la estancia más tarde. Entra un rayo de sol por la ventana y el padre reconoce una señal en la muchacha. Al descubrirla se vuelve loco y la persigue para matarla. En la huída los dioses sienten misericordia de ella y, antes de que la atrape, la convierten en el árbol de mirra, que según los griegos llora lágrimas perfumadas.

A los nueve meses, del tronco del árbol surge un niño, al que llaman Adonis. Un niño extremadamente bello, pero con facciones afeminadas. Afrodita inmediatamente se enamora de él y pasa a tenerlo siempre a su lado. Adonis llega a la pubertad, edad en la que hay que cumplir con un rito de paso que consiste en salir a cazar jabalíes. Afrodita se lo prohíbe alegando que es muy peligroso, pero cuando ella está ausente, él sale dispuesto a darles caza. Entonces un jabalí le sorprende desprevenido, le desgarra el muslo y muere ensangrentado.

Cuando Afrodita se entera, corre en su ayuda, pero sólo le da tiempo a despedirse de él –un bucólico poeta griego llamado Bión, que escribió poemas de enamoramientos pastoriles, describe este mito y dice que Afrodita derramó tantas lágrimas por Adonis como gotas de sangre perdió él; los griegos mantuvieron la leyenda de que las rosas blancas se convirtieron en rojas por la muerte de Adonis–.

Adonis, muerto, desciende al Hades. Allí se encuentra con Perséfone, que se enamora perdidamente de él; tanto que por ninguna motivo accede a las súplicas de Afrodita, que pide desesperada que se lo devuelva. Tal era la disputa entre las dos mujeres que tiene que intervenir Zeus, padre de ambas, y delibera que Adonis permanecerá un tercio del año con Afrodita, otro con Perséfone y el último con quien elija; claramente, elegirá con Afrodita.



Ésta es la historia que en el mundo oriental relaciona a Adonis con los ciclos de la vegetación. Por ello, en estas tierras, comenzaron a celebrarse unas fiestas o rituales llamadas Adonias, en honor a este héroe, las cuales pasaron a celebrarse también en Grecia. En ellas sólo participaban mujeres, y consistía en laborar los jardines de Adonis, de la siguiente manera: las mujeres cogían tiestos con poco fondo, los llenaban de tierra y plantaban lechugas tiernas (símbolo de frigidez), las subían a las azoteas en el momento en que más calentaba el sol (mediodía en verano), y las regaban con agua templada. La planta crece en poco tiempo y muere en seguida. Este ritual simboliza la vida del héroe al que conmemoran, ya que fue breve, murió a los trece-catorce años.

Hay autores que establecen semejanza con otra festividad, las Agrionia, celebradas una vez al año en honor de Dioniso. Participaban sólo mujeres, al igual que las Adonias, sin embargo los ciclos de la vegetación no estaban presentes. Como curiosidad y relación entre estos dioses mitológicos, podemos decir, gracias, como no, a un autor griego, que Dioniso había sido amante de Adonis.



Tomoe

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