24 de abril de 2009

-Muerto en vida- (12ª Entrega)

Jueves, 26 de octubre de 1995, Santiago de Compostela (2ª parte)

¡Joder!, ya es la hora fijo. Salgo pitando de casa.

Llego, no sé ni qué hora es ni quién es. Me pongo en la barra, se nota que soy yo, entre tanto joven… Se me acerca un chico…

- Ola, soy Breixo. Usted es Carlos (?).
- Sí, encantado –miento.-Le doy la mano. Se sienta a mi lado.
- ¿No toma nada? –me pregunta.
- No puedo tomar líquidos.-Lo que es lo mismo: que tengo un problema de liquidez.
- Ah, bueno, yo sí me tomaré algo. ¡Camarero, una coca-cola!-Puto universitario (!), tan joven y ya capitalista.
- Bueno, voy a ir al grano. ¿Puedo hacerle unas preguntas?
- Claro, para eso estamos aquí, ¿no?
- Bien. ¿Conocía usted a Aleixo?
- Sí.
- ¿Eran amigos?
- Vaya…, más bien conocidos.
- ¿Estudiaban juntos o algo así?
- No, yo estudiaba con Lara.
- Ajá. ¿Cuándo y dónde vio usted a Aleixo la noche del martes?
- Lo vi en la Rúa Frei Rosendo Salvado, a eso de las doce menos diez.
- ¿Le saludo?
- Sí, pero él ni se inmuto, iba rápido y con gesto pensativo. No le di importancia.
- ¿Llevaba algún objeto?, en las manos, o una mochila…
- Sí, llevaba algo envuelto en un rebujo. Eso sí me extraño, pero…
- … ¿Diría usted que estaba en sus cabales?
- No.
- Y… ¿Diría usted que se dirigía a la residencia de Lara?
- Adónde si no (?), por aquella zona no le he visto yo con otra intención.
- ¿Sabe usted algo sobre problemas que hubieran podido tener?
- No, estaban bien a mi forma de ver.
- Y… ¿Problemas con otras personas?
- Vaya, eso sí. Era una chica muy guapa y tenía a todos rotos, tanto a chicos como a chicas…, ya sabe, envidias.
- ¿Y algún caso tintineante? Algo violento o intenso…
- No sé, una vez se pego con una chica, pero no paso más… Pero, ahora que lo dices…, recuerdo que un día un tipo intentaba llevársela de un bar a la fuerza. Era un ex-novio, creo. Tuvimos que intervenir para que se pirara y la dejara en paz.
- ¿Qué pintas tenía ese tipo?
- Era raro, vestía de negro entero. Además…, era chino o asiático, no sé, pero tenía esos rasgos.
- Muy bien, pues… yo creo que ha sido suficiente… Ah (!), espera, ¿conoce usted a Néstor Conde?
- No, ¿por?
- Por nada… Bueno, gracias por su colaboración. Nos vemos.-Me levanto para irme…
- Hey, espera, ¿no me vas a invitar a la cola?
- Estudia y aprende. El capital duerme la razón.-Le dejo in alvis.

Vuelvo a casa, necesito dinero, fijo que hoy están abiertos los bancos, esos vampiros de veras inmortales. Por el camino no paro de pensar en las claves del asunto, las tengo en mis manos…, pero no tenía que haber bebido ayer, estoy lento y dolorido. Definitivamente, creo que Aleixo es el culpable, pero tiene un cómplice que creo saber quien es. A la policía se les escapo, porque tienen prisa por endilgar el crimen a alguien; quizá, ahora que les falta algo, le busquen, pero es tarde, están despistados. Yo, sin embargo, voy viento en popa, a toda vela.

Llego a casa, cojo la cartilla. Bajo, saco dinero. Voy a la cabina y marco…

- Hola, ¿está Néstor?
- Sí, soy yo, y tú eres…
- Soy Carlos Gutiérrez, detective privado, quería hablar con usted sobre el crimen de Conxo. Espero que no le importe.
- Sí me importa, pero bueno. Y no me trate de usted, por favor.
- Vale. ¿Puedes quedar ahora?
- Ahora…, venga, vale, ¿dónde estás?
- En la Plaza de Cervantes, ¿y tú?
- Yo en el bar O Trasgo, en Raxoi… Menos mal que estamos cerca, te ibas a perder “todo un testimonio” (!). Ven para acá, te espero.
- De acuerdo.

Vuelvo a casa, dejo la cartilla y algo de dinero en la cómoda. Bajo y encaro el camino. Llego, un bar ideal para hacerse un porro, lástima que “esté de servicio”. Me acerco a una mesa donde hay un grupo de jóvenes hippies.

- Perdonad, chicos. ¿Conocéis a Néstor?
- Claro, amigo, soy yo –me responde uno de ellos.
- Hablamos entonces.
- Vale.
- En privado.
- No, en privado no. Aquí todos conocíamos a Aleixo. Además, todo lo que te puedo decir lo saben ellos también.
- Vale, como quieras.-Me acerco a la barra, pido una pinta de cerveza y me siento con ellos. Los porros rulan…
- Hey, tengo que hacerte unas preguntas.
- Dispara.
- A ver, ¿de qué conoces a Aleixo?
- Íbamos al mismo colegio; todos somos naturales de aquí.
- ¿Erais amigos?
- Conocidos, buenos conocidos.
- ¿A Lara la conocías?
- No, hacia tiempo que no nos veíamos con Aleixo.
- Entonces no sabes nada de sus problemas, entre ellos y con terceros, ¿no?
- En efecto.-No se para qué llevo blog si nunca lo doy uso.
- Vale. ¿Dónde y cuándo viste a Aleixo la noche del martes?
- Lo vi en…, aquí cerca, no se cómo se llama la rúa…, cerca de la Facultad de Periodismo. La hora no la recuerdo, pero era tarde…, la 1 menos cuarto o más.
- ¿Él te vio?
- No creo, le salude pero no me contesto.
- ¿Qué aspecto tenía?
- Iba cabreado, con la mirada fija. Iba rápido. Y tenía toda la ropa llena de sangre.
- … ¿Eso no te extrañó?
- No, le había visto en peores… Era un defensor de los animales y montaba muchas campañas de protesta: teatro callejero, manifestaciones, boicots… Eso de bañarse en pintura roja lo hacían mucho.
- ¿Apoyabas esas campañas?
- Algunas veces, aunque nosotros no tenemos tanta fuerza de voluntad como para dejar el carnivorismo.
- Y… si era tan sensato, ¿por qué hacia económicas?
- No sé, yo también me lo pregunté, pero no llegué a interrogarle acerca de ello. Supongo que para conocer a su enemigo, aunque… también tenía ideas comunistas, y como sabrás, éstos también se preocupan de la estructuración económica…
- Cierto. Bueno, volvamos a aquella noche… ¿Te fijaste si llevaba algo más? Algún paquete o algo en las manos.
- No llevaba nada, tenía las manos libres.
- ¿Seguro?
- Sí, seguro.
- … ¿Les dijiste esto a la policía?
- Sí, ellos también me lo preguntaron, pero no la primera vez.
- Cómo que la primera vez (?)…
- Pues la primera vez que me interrogaron; lo hicieron dos veces: una el miércoles por la mañana y otra por la tarde. Se dejarían algo en el tintero.
- Seguramente… Bueno, creo que ya está.
- Bien.
- Gracias por todo chicos, ha sido un placer. Buenas tardes.
- Hasta luego, jefe –se despide Néstor, los demás están más vagos.

Salgo del bar. Estoy algo mareado. Me siento en un banco.
Muy buenos los testigos prescritos por mi amigo. Sabía que podía contar con él. (…)
Interesante… La policía no sabía que se llevo algo hasta la tarde. Qué podrá ser (?). Además, Aleixo no se lo llevo a casa, eso está claro. (…)
Tengo que llamar a María, quizá ella me aclare algo sobre ese ex-novio acosador. Me acerco a un teléfono, introduzco cinco duros y marco…
pi…, pi…, pi…

- ¿Sí?
- Está María (?).
- No, ha salido hace rato.
- Ah, vale. Gracias, hasta luego.
- Adiós.

Pues nada… Me voy pa´casa. (…)



Escrito y pergeñado por Diego Castrillo Ortega
Narrado por Carlos Gutiérrez Santamaría

21 de abril de 2009

-Muerto en vida- (11ª Entrega)

Jueves, 26 de octubre de 1995, Santiago de Compostela

Otra noche menos…
Hoy me he despertado con el pie bueno, es decir, con ninguno, parecían muertos. No tenía que haberme quedado pensando y bebiendo whisky hasta las mil. Es horrible despertarse. Todo movimiento duele, todo pensamiento mata. El suelo está húmedo y mi aliento apesta, hasta la hiel quiere huir de mi ajado estómago… Voy al baño, la naturaleza me ayuda a descargar mi andorga. Se me saltan las lágrimas de la emoción…

La luz entra a ráfagas, las nubes me saludan.
Me visto, cojo mis “aperos”, me tomo dos alka-seltzer y me voy. Las 14.45. Bajo las escaleras. Hace mucho que no escudriño el buzón, igual ahora es el momento, aunque las mañanas nunca fueron buenas ni serán mejores. Lo abro, una sola carta, remitente de Burgos… La tiro, tras hacerla pedazos, en el cubo de la propaganda rechazada; ni siquiera la leo, para qué… La cobardía es el peor enemigo de la libertad, pero yo ya no soy libre, estoy condenado, la mente es mi presidio y la muerte mi liberación…

La calle huele bien, qué raro, a saber de dónde viene este flagrante hálito. ¡Mierda, no tengo un duro! Y qué como yo ahora (?)… Odio ser un ruinas… Voy al Casa Pepe, a vivir de la caridad… Pepín me alimenta generosamente. Qué buenos sus cachelos con pimentón (!). Es un gran tipo, nunca me obliga a liquidar mi cuenta. No entiendo cómo confía en mí, aunque está claro que se lo devolveré, y no sólo materialmente. Es bonito ver que todavía queda gente buena en el mundo. Ambrosía en mi estómago y salgo a la calle. Paseo… (…)

Como dijo un buen amigo mío, aunque refiriéndose a temas más científicos: “todo lo que vemos está en el pasado”. La vida son recuerdos, por eso sé que no quiero vivir… (…)

Ahora que me veo con fuerzas, hay que actuar. Me acerco a una cabina telefónica, saco mi agenda, introduzco cinco duros que me he encontrado “esta mañana” y marco…

- ¿Sí?
- Hola, buenas, ¿Breixo?
- Sí, soy yo.
- Mire, soy Carlos Gutiérrez, detective privado. Desearía hablar con usted sobre el crimen de Conxo. Si quiere podemos quedar esta tarde.
- Pero… ya hablé con la policía sobre el tema.
- Sí, pero yo no soy la policía.
- … Bueno, vale. Tengo poco tiempo, así que si eso podemos vernos en el Universitario a las cinco, ¿le parece bien?
- Vale, pero… ¿dónde está ese Universitario?
- En el Campus Norte, al lado del Parque da Música. ¿Ya?
- … Da, hasta luego (simpático).
- Ata logo.-Joder que tipo, cuando ha dicho “ya” he pensado en decirle ¡ya-ba-da-ba-dú!

Vuelvo a casa. Me echaré un poco la siesta. Aunque sin despertador…

(…)


Escrito y pergeñado por Diego Castrillo Ortega
Narrado por Carlos Gutiérrez Santamaría