4 de enero de 2009

-Muerto en vida- (Charly y la fábrica de la catedral)

Capítulo 1: El síndico de Sade




Martes, 24 de octubre de 1995, Santiago de Compostela

Otro día más… Finalizadas las “labores”, qué mejor que una cerveza (?!).Llueve… Vaya novedad (!). La calle desierta invoca a la melancolía… Ya me aproximo, y allí está Xosé, cómo no, con su paraguas, intentando atraer a algún que otro guiri a su bar, ese agujero dulce donde desinhibirse y reflexionar, con encanto, precisamente por eso, por su clandestinidad causa del urbanismo; sin embargo su obcecación lo está dando a conocer. Craso error.

- ¿Qué tal José? ¡Buen día, eh!
- Ya te digo Charly, el bar está a rebosar. Estoy aquí fuera y no es por negocio. No cabe ni un alma.
- Tranqui, yo no tengo de eso.

Tomada la trasversal, y andado unos pasos, ahí está, frente a mí se yergue el O Tuto de Mora de la Ruela de Entrecercos, cuyo letrero más se asemeja al de un lupanar que al de un tranquilo tugurio. Entro con miedo, miedo a lo desconocido, como la visita a la casa del terror en años impúberes.

¡Hostias, no, gente bailando!

Cuelgo mi gabán en el perchero, ocupando también el descanso del sombrero; no quiero que sienta su falta –un sucio perro se lo merendó hace unos días-. Me acerco a la barra a base de empujones, pogos si hubiera sido otra música.

- Oye Modibo, ¿qué pasa aquí?
- No sé. Debe haber una despedida de soltero o algo así. - No hay otro sitio o qué (?!)… Bueno, da igual, en peores me he visto.
- Yo también. Qué te pongo.
- Ponme un litro.
- ¡Marchando!

Y tanto, aquí lo que sobra es marcha. (…) Ya ha pasado un rato y esto empieza a relajarse. Menos mal. La birra ha subido a la quijotera y… De súbito, veo sus ojos, como estrellas que brillan en la oscuridad; me hipnotizan, me subyugan, me matan. Qué bonita es la cabrona (!). Oh, mierda, me ha pillado mirándola… Este lapsus me puede costar caro: es como adentrarse en el bosque de las Amazonas en bolas; soy presa fácil. Además, joder, cualquiera diría que soy detective (!)…

Se aproxima sigilosamente a través de la fronda esgrimiendo su arco; por encima de su hombro saca una saeta de la aljaba, la coloca cuidadosamente en su arco y… ¡zaca!

- Hola Charly, ¿qué tal te va?
- Bien Lua, como siempre, ya sabes.
- No, no sé. Siempre vienes aquí, me miras, pero nunca me hablas. La telepatía no funciona, sabes.
- Siempre estás acompañada y no es mi intención molestarte.
- Bueno, hoy estoy sola.
- Y yo algo beodo, pero aun así…

De repente aparece un gilipollas con cara de gilipollas e interrumpe descaradamente.

- ¡Eh, Lua, guapa, que haces tú aquí! –dice el carabobo. - Tomar algo después de un duro día de trabajo, ¿y tú?
- Aquí, con Pedro, que se nos casa mañana, ¡qué locura el matrimonio! Donde esté la amistad… ¿Verdad?
- Supongo, no sé.
- ¡Vente con nosotros, anda!
- Bueno… Es que… Vale, venga, pero un rato sólo, que mañana tengo que trabajar.
- OK.

Se da la vuelta y me dice:

- Perdona Charly. Hasta luego.
- Nada… princesa.
- ¿Cuál?
- Nada, nada.

¡Joder! Debo estar fatal. Este ramalazo cursi lo tengo que ahogar ya.

- Modibo, ¡otro litro pa´l coleto!
- ¡Marchando!

La noche se muere, pero Modibo debe de llevar el horario de su patria. Tiene que estar bien eso de “duerme de día y vive de noche”, pero yo no podría, noche tras noche sólo pienso en anegar el hueco que dejó mi ánima… Si fuese gato pingo (o trasnochador) acabaría pereciendo con la cabeza metida en el váter; suponiendo que el agua fuese alcohol, claro. Sin embargo, esa muerte indigna no está hecha para mí, yo debo morir en un tiroteo… o quemado a lo bonzo; o una u otra, pero no ambas. (…)

Cada vez que levanto la cabeza ahí la veo, mi morena de ensueño, la que se iba a ir pronto a la cama, bailando con esos dandis de los cojones…

- Me voy a la piltra, Modibo. Gracias por todo, eres el mejor camarero que conozco.
- Gracias, señor. (…)

Sigue lloviendo en la calle, y hecho de menos mi sombrero flexible, tótem del detective y de toda persona que deba preservar sus ideas. Pero no importa, así me despejo a base de bien, con ese gran regalo miccionado de los dioses.
Oigo unos pasos… Esto me inquieta, la suela suena a problemas… ¡Pumba!

- Toma hostia payaso –me dice un hijoputa mastodóntico al tiempo que me sacude crudamente.
- Venga, danos todo lo que tengas ahora mismo o te dejamos la cara como un picasso –conmina su amigo, un tipejo con cara de Elmer Gruñon (el cazador de Bugs Bunny).
- No os voy a dar nada, soplapollas–les confieso.
- Pues entonces… ¡Muro, dale su merecido!

Coge su amigo, la acémila, y me revienta las gónadas; me levanta de los pelos y, mientras me sujeta de los brazos, su jefe me desvalija tranquilamente… Me suelta y el suelo me sabe a gloria de acurruco.

- Bueno, ha sido un placer, palurdo. Hasta luego.
- No, el placer ha sido mío. Cuando queráis lo repetimos.
- Vale, colega, ya te daremos un toque
- Pero con cariño, eh…, que hoy casi me dejáis sin timbre.

Ni que tuviera ganas de hablar (!)…

Después de mi esterilización esto de levantarse de la puta calzada es más duro de lo que pensaba, si lo sé me quedo ahí hasta que el servicio de basuras de las siete me recoja; pero bueno, una vez erguido lo mejor será tomar rumbo a Casas Reales, antes de que la zozobra sea inevitable. (…)

La cama, no la encuentro, ya que la luz en mi casa no está bien vista (burocracia lumínica o, mejor dicho, luminiscente). Pero ahí está mi amado sillón; apoltronarse en él es como un masaje de odaliscas turcas…

Continuará...

Notas sine die:

“Dijo la rana al mosquito desde una tinaja: más quiero morir en el vino que vivir en el agua…” (Francisco de Quevedo)

“La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo.” (Epicuro de Samos)

“La muerte es como el plato de pure de un chiquillo de padres severos. El niño se resiste a comérselo; sin embargo, antes o después, el pure es acabado... Menos mal que yo siempre he sido buen chico.” (Carlos Gutiérrez Santamaría)


Escrito y pergeñado por: D.C.O.
Narrado por: C.G.S.

No hay comentarios: