19 de enero de 2009

-Muerto en vida- (4ª Entrega)

Miércoles, 25 de octubre de 1995, Santiago de Compostela (3ª Parte)

Paseo por la Rúa de Ensinanza camino de la comisaría, sin depositar mi mirada en sus gentes y viejos edificios impregnados de historia, totalmente abstraído, pensando en la maquiavélica o estulta psique objeto de mi investigación: alguien a quien no le importa la vida ajena, que siente placer al ver o perpetrar excoriaciones, escarificaciones, mutilaciones, trepanaciones, y todo tipo de carnicerías, un verdadero jifero que posiblemente no tenga remordimientos, frío y calculador… Posiblemente conociera a la víctima, ya que no se dan casos tan truculentos sin móvil; al menos no aquí y así. Si fuera un morboso exento de razones, primero raptaría, luego disfrutaría más tiempo del sufrimiento, y finalmente se desharía del cadáver. Este caso tiene algo… sibilino. Huele a chamusquina… Paso por la facultade da periodismo; qué juventud echada a perder (!).

Por fin llego y descubro el infierno. Todo lleno de periodistas, ni que estuviera al lado la zahúrda de soplagaitas -mi ironía está degenerando; el raciocinio burlesco y decrépito ha muerto por fín-. Me abro paso, los empellones son lo mío. Me piden identificación.

- Perdone, pero es que no la tengo…, ayer me robaron la cartera… Soy Carlos Gutiérrez, detective privado, necesito hablar con el comisario. Él me conoce.
- Lo siento, no puede pasar –dice el de la gorra de plato.
- Se lo repito: aquí me conocen.
- Y yo le repito que no puede pasar, sólo personal autorizado.
- ¡Eh, Brañas!, ¡Brañas, joder! –le llamo desgañitándome.-Brañas es un viejo amigo, le conocí en mi época universitaria, en Salamanca, yo entonces hacía psicología, y el criminología; quizá fuese él mi referencia para cambiarme de carrera. Vaya borracheras nos cogemos siempre (!)…
- Lourenzo déjale pasar –dice mi amigo.
- Joder, pensé que no me oías (!). Qué tal andas Alfredo (?).
- Bueno, he tenido épocas mejores, ¿cómo es que ya no me llamas… o te pasas por A Coruña?
- Es que juego mucho al solitario. Ya volveremos a cogérnoslas, no te preocupes.
- Te tomo la palabra. Ven, sígueme.

Atravesamos un largo pasillo mientras departimos amistosamente. Ya casi al final, se detiene. Y me interpela:

- ¿Qué es lo que te trae por aquí?
- Lo que a todos esos periodistas y a ti: la muerte de Lara González.
- Ya lo sabía, pero quería oírtelo. Mira, te voy a decir lo que sé: yo llevo el caso. El presunto asesino está retenido en nuestras dependencias. Está claro que ha sido él: estaban pasando por un bache sentimental; tenemos testigos que afirman haberle visto dirigiéndose a la residencia ayer-noche, aunque dentro nadie le vio, pero eso puede deberse a que ya estaba cerrada y tuvo que entrar a hurtadillas; la puerta no estaba forzada, por lo tanto ella conocía a su asesino; tenemos huellas suyas por todas partes, incluyendo el arma homicida; y hemos encontrado ropa del chico llena de sangre y hecha jirones en su casa. No necesitamos más pruebas. Pasará a disposición judicial en breve lapso. El caso está casi cerrado, y yo vuelvo mañana a Coruña.
- ¿No cabe la posibilidad de un complot?
- No, es obvio que ha sido él, incluso tiene heridas en todo el cuerpo, claras marcas de un duro forcejeo.
- Fíate tú de la virgen y no corras…-Me suelta una mueca expresando claridad, en el caso-. ¿Y qué dice él?
- Él lo niega todo, dice que no se acuerda de lo que hizo ayer-noche. Tenía que ir al hospital a ver a su padre, pero no fue. Todas las pistas señalan que Aleixo Raxeira Fernández es el culpable. El problema está en que, ante la amnesia que parece tener -causada, si es real, por el trauma de un asesinato tan salvaje, no porque sufra ningún trastorno-, su abogado puede alegar enajenación mental transitoria. Esto le servirá de atenuante, y su pena se verá reducida considerablemente.
- ¿Podría hablar con él?
- Ya te lo he contado todo, Charly.
- Venga, que no te cuesta nada hacer la vista gorda.-Sopesa la propuesta mirándome a los ojos… Parece que mi elocuencia ocular surte efecto…, o serán mis poderes psíquicos (?).
- Te lo voy a permitir, pero porque sigue en la sala de interrogatorio, no por ninguna razón especial, como nuestra devaluada amistad.
- Bien…, gracias amigo.

Me acompaña hasta la sala de interrogatorio, se dispone a abrir… cuando de repente me espeta:

- Oye, a que viene esta indagación. Con todos los crímenes que ha habido por los alrededores y no te has interesado por ninguno, hasta ahora…
- Se te olvida que soy detective privado y me gano la vida con los casos de quien solicita mis servicios.
- Ah, o sea que te requieren; como si este caso no lo fuéramos a resolver nosotros…, encima la misma mañana del descubrimiento del crimen. ¿Quién te ha contratado?
- De momento nadie, pero sabes que la identidad de mis clientes nunca será revelada.-Joe, parezco Humphry Bogart… a lo cursi.
- Bueno, vale; pero cuidado con lo que haces…
- Tranqui, sargento.
- Venga pasa. No le presiones demasiado, está con síntomas postraumáticos, y sus nervios son muy inestables.


Escrito y pergeñado por: D.C.O.
Narrado por: C.G.S.

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