15 de enero de 2009

Catedral de Burgos

La extraordinaria catedral gótica de nuestra localidad es conocida por todos, más que por su belleza indiscutible y su calidad arquitectónica, por ser punto de encuentro para los jóvenes los fines de semana, debido a su situación en el centro de la zona de marcha de la noche burgalesa.
La mayoría desconoce el mundo que se abre ante nosotros en su interior, y más aún las leyendas y misterios que se esconden en cada uno de los rincones del templo.

La leyenda más impresionante que podemos encontrar sobre la catedral es la que se le atribuye al Cristo de Burgos: cuentan que fue creado por el mismísimo Nicodemus, un escultor judío de quien se dice habría reflejado en la talla la imagen del mismísimo Cristo muerto, antes de bajarle de la cruz, y que fue encontrado dentro de una caja de madera en alta mar.
Más sorprendente aún es la leyenda sobre su composición. Teófilo Gautier, en 1840, decía así: “El célebre Cristo tan venerado en Burgos no es de piedra ni de madera pintada; es una piel humana rellenada con mucho arte y cuidado. Los cabellos son reales, los ojos tienen pestañas, la corona de espinas es de escaramujo y no le falta ningún detalle. Nada más lúgubre ni más impresionante que este largo fantasma crucificado con un largo aspecto de vida y su inmovilidad de muerte; la piel, de un tono rancio y grisáceo, aparece surcada por unos largos hilos de sangre, tan bien imitados que parece efectivamente que estén manando.” Pues esta leyenda no es tan difícil de creer, teniendo en cuenta que el pelo, barba y uñas de la figura, efectivamente, son humanos, y la piel de búfalo que forma el cuerpo está perfectamente aderezada de llagas, heridas y moratones que nos hacen creer que nos encontramos ante el mismísimo hijo de Dios crucificado.

Incluso dentro de la sagrada fortaleza acaeció un terrible asesinato. Era el año 1869. El Gobierno había dado orden de incautar los archivos eclesiásticos. El gobernador civil de Burgos cometió la imprudencia de acudir a la catedral acompañado únicamente de un inspector de policía, el cual nada pudo hacer cuando los manifestantes que se encontraban en el exterior penetraron en el templo; uno de los asaltantes golpeó al gobernador con un martillo, para después estrangularle con una faja y destrozar su cráneo en las escalinatas de la catedral.

Éstas son sólo algunas de las leyendas y curiosidades del mayor tesoro de la ciudad, pero existen muchas más; casi cada capilla, cada figura, cada piedra posee la suya.Así, ¿volverás a ver la catedral con los mismos ojos?

Vientos del norte


Silvia Castrillo

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