23 de mayo de 2008

El primer asesino de la era moderna

Este primer número tratará sobre uno de los asesinos más famosos de la historia, y eso (o por eso) que más de un siglo después de la comisión de los asesinatos no se ha logrado establecer su identidad.

1888. Londres. La oscuridad reina en la ciudad una fría noche de agosto. Los candiles no son nada efectivos en una noche como ésta, la gran urbe está cubierta de niebla. En la calle no se mueve un alma, y la madrugada avanza. Ha estado lloviendo durante todo el día, por lo que la humedad se hace patente. Son las cuatro menos veinte de la madrugada. Uno de los barrios más pobres de la ciudad, Whitechapel. Un cochero que se dirige a su lugar de trabajo advierte entre las sombras algo raro; la calle sólo está iluminada por un pequeño farol. Es una mujer. Está muerta. Y ensangrentada. El cochero da la voz de alarma. Enseguida llegan las autoridades y el médico forense. Éste certifica que la mujer ha muerto hace sólo unos minutos, degollada. Las heridas del abdomen son post-mortem.
Cuando sale el sol ya se ha enterado casi todo el distrito. Los periódicos se ocupan de darlo publicidad por el resto de la ciudad. En un solo día todo Londres está horrorizado. El crimen ha sido brutal. Poco a poco se van conociendo más datos sobre el caso. Se trataba de una prostituta, había estado casada y tenía cinco hijos; en ese momento era adicta al alcohol. Nadie había oído nada y nadie había visto nada.

Poco más de una semana después, la historia se repite. Esta vez el cuerpo es hallado a las seis de la mañana. Más brutalidad, los intestinos desparramados. Tampoco nadie sabe nada. En seguida la prensa se hace eco y toda la ciudad pide explicaciones a la policía. El terror se adueña de las calles. Nadie se siente seguro, pero sobre todo las prostitutas, pues esta nueva víctima también lo era, como asimismo lo serían el resto de víctimas. Pasan los días, y pasan las semanas. El 27 de septiembre llega una carta a la Agencia Central de Noticias. La firma: Jack “el destripador”. En ella, el autor dice ser el asesino de prostitutas. Y que seguirá destripándolas. Motivación: odio. Nada más.

El 30 de septiembre vuelve el terror. Y esta vez por partida doble. Dos nuevos cadáveres son descubiertos, en un lapso de tiempo muy corto. El primero de ellos no presenta heridas graves en el abdomen, pero el segundo sí. Además, se le han extraído algunos órganos con precisión profesional.Al día siguiente es enviada una nueva carta. La misma firma. Esta vez da más detalles sobre los asesinatos de la noche anterior. Por el poco tiempo que ha pasado desde los mismos, la policía cree con gran seguridad que el autor de esta nueva misiva sí que es el asesino. En ella hace alusiones a la anterior carta, dice que no tuvo tiempo de amputar a la primera víctima de la noche, y que la segunda estuvo a punto de gritar y descubrirle.Después de esto, pasaron varias semanas en las que no hubo ningún nuevo asesinato. Durante las mismas, las autoridades recibieron numerosas cartas cuyos autores decían ser el asesino de prostitutas, pero se cree que todas, o casi todas, eran falsas. Parecía que Jack se había cansado de asesinar, que todo había acabado. Pero faltaba una última víctima.

9 de noviembre. Por primera vez, el escenario no son las calles de la ciudad. Se trata de la habitación que la víctima tenía alquilada. El cuerpo está completamente destrozado. El asesino ha podido ensañarse con libertad. No hay pruebas concluyentes. Sólo un testigo que dice haber visto a la víctima con un hombre de estatura media, bien vestido, con un sombrero de caza y bigote rubio.

Y esto es todo, con este último asesinato parece que Jack “el destripador” se dio por satisfecho. No se volvió a saber nada de él, por suerte. Y, a partir de aquí, todo son especulaciones. La policía creía que el asesino podía ser un médico, o un carnicero, aunque esta profesión no encajaba demasiado bien con los testimonios de testigos que siempre veían a hombres adinerados con las prostitutas por última vez. Estas profesiones eran las más probables por las habilidades que mostraba el asesino en sus crímenes, aunque él mismo podría haber adquirido esos conocimientos de alguna otra forma, con lo que la lista de sospechosos se amplía notablemente. El caso es que hay teorías para todo, hay quien piensa que podía estar detrás la monarquía, o los masones, o que el autor era una mujer y por eso nunca daban con ella. Para gustos, los colores, y en este caso, como en muchos, dependiendo de quién sea el que se acerque a investigar se encontrará un sospechoso diferente. Así pues, nos quedaremos con la duda, y con el rastro de muerte de Jack.

Para más información: http://www.casebook.org/

D.A.G.

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