4 de octubre de 2008

Capitulo V: Vida hogareña

Aquella noche “Los Enanos” trataron a Blancanieves como a una reina; posiblemente deslumbrados por su belleza obviaron pedir algo a cambio de su hospitalidad. La cedieron una cama y la prepararon una estupenda cena.

Al día siguiente olvidaron su inusitada honradez y la preguntaron por el comentario que hizo de que tenía algo que les podría interesar, advirtiéndola que si no les complacía tendría que abandonar la casa. Ella les mostró un collar de zafiros y dijo:

- Esto es una importante alhaja de mi madre, tiene un poder inmenso y mi propio padre me dio su potestad al colocármelo en el cuello el día de mi dieciséis cumpleaños, o sea ayer. Si me ayudáis a esperar escondida mi momento para usarlo os otorgaré un gran cargo como terratenientes de parte de mi futuro reino.
- Y no correremos peligro –dijo Feliz.
- No, ya os he dicho que esto tiene un gran poder, nada os pasará.
- ¿Y por qué hemos de creer que de verdad tiene ese poder que tú dices?, puede que sólo sean supercherías tuyas –refutó Alérgico, ya mejor de sus afecciones.
- ¡No, ella tiene razón! Yo siempre he escuchado esas leyendas –advirtió Sabio-. En tiempos de los reyes Sutil y Aretusa, abuelos de ella, la reina-diosa siempre lo llevaba en el cuello y sus poderes mágicos eran inconmensurables.
- Tu abuela era…, era… poesía –declamó Romántico, prendado de la belleza etérea de las ninfas.
- Bueno, entonces, ¿aceptamos el trato, chicos? –propuso Sabio.
- Trato hecho –dijeron al unísono.
- ¡Ah!, pero nosotros tenemos que trabajar en la mina y no podemos ocuparnos de las cosas de la casa, deberías hacerlo tú –comentó Gruñón.
- Bueno haré lo que pueda –dijo Blancanieves rezongando.
- A lo mejor también tienes que cuidar de Dormilón, que no puede trabajar debido a su embriaguez: con él corremos más peligro que otra cosa.
- No, de eso nada.
- Opye, monapda, yio sebrr…zzzzz
- Lo ves, no cuesta mucho cuidarle, se pasa la vida durmiéndola.

Los días pasaron tranquilos, cada uno ocupado en sus pensamientos y labores. “Los Enanos”, dedicados a esquilmar su yacimiento, no paraban de hacinar plata y más plata en bruto en un almacén contiguo a la casa. Sólo destinaban una mínima parte a sus necesidades y lujos, el resto lo guardaban avaramente, pudriendo sus almas y destruyendo el hábitat natural de esos antiguos parajes de la madre tierra.

Blancanieves, dispuesta a no defraudar la confianza de los pequeños moradores, había encontrado el almacén de la plata y escamoteaba un pellizco para pagar a un pequeño trasgo que habitaba cerca para que limpiara en su lugar aquella plateresca casa. Mientras, ella no dejaba de pensar en la manera de controlar aquel collar y poder usar su poder para destronar a su madre. Se irritaba: tanto cavilar y era imposible descubrir el misterio.

Una mañana Dormilón se levantó caliente y despotricó contra ella; así como acostumbraba, le gustaba decir la verdad, aunque las formas no eran las más apropiadas.

- Yop creo que tos vamos a cabar mu ma, somos impuros y túp es lams sórdida dep tos. ¡Ten cuidao, bruja!- Ella le ignoró.

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