Al cabo de un rato volvió a acariciarme la oreja y me preguntó en qué estaba pensando.
- En lo mismo que tú -le contesté, para hacerme un poco la romántica.
- Pues eres una guarrindonga -dijo-, porque estaba pensando en darte por el culo.
Estoy segura de que soltó esa marranada sólo para hacerse el gracioso, así que no quise echárselo en cara. Luego le confesé que no sabía muy bien en qué estaba pensando, pero que me sentía muy a gusto.
- Yo también me siento muy a gusto -dijo en voz baja, como si le diese vergüenza reconocerlo.
El crimen del cine Oriente, Javier Tomeo
21 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario