y sin embargo creo que tengo ideas
muy pocas, muy rudimentarias, pero ideas.
Idear…, qué trasteo para la razón, para la mente
melifluo pensar que somos capaces de ellas
sin más esfuerzo o parto que ser “inteligentes”.
Palabras y palabras… y empero techumbres
de casas discernientes sin hombros ni cornisa
el hombre, el cómo, la violencia o el membrete.
Todo queda dicho para ser asaeteado. Tuviere…
buena cuenta, buenos pareceres. Pero no ahora
y vuestra suprema confianza sin más herirme puede.
Pero no matarme o adolecerme más allá de mis llagas
de mis resuellos y redaños, de mi temple derrumbado.
En fin…
Anónimo
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