18 de febrero de 2009

Efímero suspiro

El suelo abrasaba, y el sol no se rendía, persistente en su pira humana. Nada se interponía entre el joven arriero y el destino. Sólo el fuego. Sin embargo la piel curtida de bota y cuerpo disponía el trayecto. Sombra de algún baobab, bramidos de buey y trascendencia en las hojas: brillo de pupilas… Sigue su camino sin prisas, asegurando reatas. Sin preaviso o piedad surge el tiro furtivo. Garras predatorias a rececho y avituallamiento carroñero. Aves acostumbradas no mueven rama, ni vuelo desatan. Todo y nada queda en su leve suspiro…

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