22 de diciembre de 2010

El fantasma de la máquina



El tópico acerca del cual versa este texto es el de “El fantasma de la máquina”, término mediante el cual el filósofo del siglo XX Gilbert Ryle pretendía satirizar el dualismo mente-cuerpo que proponía Descartes. Según el dualismo cartesiano, la mente y el cuerpo constituirían dos entidades diferenciadas que pertenecerían a mundos completamente distintos y se unirían mediante la glándula pineal. El cuerpo pertenecía al mundo físico y se regía mediante sus leyes mientras que la mente no se sometía a éstas por no pertenecer al plano físico. Descartes se apoyaba para defender esta idea en la aparente unicidad de la mente (ya que era incapaz de dividirla en diferentes partes) que contrastaba con la capacidad del cuerpo físico para ser dividido. La dualidad que proponía Descartes se oponía al auge de las ideas mecanicistas del siglo XVII que, con Hobbes a la cabeza, llevaron a una concepción de un ser humano como una máquina, y que se diferenciaba de éstas únicamente en el grado de complejidad. Este reduccionismo fue una idea muy interesante en su momento ya que contribuyó a derribar el aristotelismo imperante en la cosmovisión medieval. No era sin embargo válido el mecanicismo para Descartes ya que según su “duda sistemática” podemos dudar de la existencia real del cuerpo físico, pero no de la mente, ya que el mero hecho de dudar ya le otorga existencia.


He escogido el tema del dualismo mente-cuerpo porque es una idea tan impregnada en nuestra cultura que hasta hace poco ni siquiera había pensado sobre ella. Opino que esta idea hunde sus raíces en la sobrevaloración del yo que se da en la cultura occidental. Esta sobrevaloración del yo nace de la necesidad que parecemos tener en nuestro mundo cultural de sentirnos especiales, de vernos como los amos de la naturaleza; y parece aferrarse a ese último rinconcito que nos parece tan divino y que llamamos mente con cada varapalo que nos llevamos (Heliocentrismo, teoría de la evolución, revolución cognitiva, etc). También opino que se debe relacionar la dualidad mente-cuerpo con las ideas de perpetuarnos como individuos y el miedo a la muerte ya que, si bien es irrevocable la destrucción de nuestro cuerpo, si hubiera en nosotros una parte espiritual independiente de este mundo físico, podríamos seguir existiendo. De todas formas nuestra tradición cultural parece habernos llevado irrevocablemente a esta “manía” de separar la mente del cuerpo: lo filósofos griegos, el Cristianismo e incluso la “Tabula Rasa” requieren de este punto de vista dualista. Sin embargo, opino que en nuestro marco cultural han surgido las ideas más interesantes a este respecto y éstas son las teorías funcionalistas, las cuales, bajo el prisma de la selección natural que nos brindó Darwin, nos hacen ver la mente como un mecanismo de adaptación al medio seleccionado en nuestra historia evolutiva. Yo en particular, defiendo las ideas que sitúan a mente y cuerpo en el mismo plano biológico y que son postuladas por la ciencia cognitiva actual. Cabe señalar que estas ideas no distan mucho del concepto de “Talidad” que ofrece la filosofía del Budismo Zen desde hace siglos y que promueve un concepto unitario de la persona y un abandono del pensamiento dualista.



Jesús Javier Alonso González