5 de marzo de 2009

-Muerto en vida- (9ª Entrega)

Miércoles, 25 de octubre de 1995, Santiago de Compostela (8ª Parte)

¡Oh, esto es un despertar tranquilo! Me estiro como un león de la sabana. Qué hora será…

Me visto, esta vez con tirantes: la noche puede ser muy larga y necesito estar suelto –mi tripa es como una gaita que sopla alcohol en vez de aire-. Cojo de la cómoda mi manojo de llaves, la navaja automática y un blog de notas con su boli; la cierro con llave. Cierro también el mueblebar, y me piro tras mirar la hora: 11.54.
Nada más salir me dirijo a la cabina telefónica frente a mi casa, empleo mi última calderilla y marco…

- Hey, Alfredo, soy Charly, ¿quedamos esta noche?
- Vale. Estoy en el bar La Oficina, frente a la comisaría, ¿dónde quieres quedar?
- ¿Sabes dónde está la Plaza do Toural?
- Sí, creo que sí.
- Vale, pues allí en diez minutos.
- De acuerdo.
- Hasta ahora.-clic… pi, pi, pi…

Paseo por sus calles, camino viejo, humano viejo, tiempos nuevos… Me hace gracia ver a la juventud de relevo, parece que se van a comer el mundo, y lo harán, pero a mi edad o antes ya estarán vomitándolo, o más bien regurgitándolo, ya que no creo que les haya dado tiempo a digerirlo, ni que quieran despertar del sueño de verano; así que la repugnancia les vendrá de improviso y estarán aviados… Antes, al menos, sabíamos lo que había y lo que éramos; era más auténtico, aunque había que haber luchado a muerte, no clandestina y cobardemente…

Llego embriagado por mis tormentosos pensamientos. Alfredo me espera en la fuente.

- Qué pasa, tú –le sorprendo.
- Nada, esperándote. ¡Qué, adónde me llevas!
- Vamos a un garito que está decente. Es mi agujero; lo malo es que comparto madriguera. Ya sabes lo que dicen, “compartir es vivir”.
- Ay…, Charly. Vamos, pues.

Nos dirigimos a él… (…). No hablamos, que raro. Le miro, está meditando.

- Oye, Alfredo, ¿qué te pasa?
- Nada, es que… este caso no me gusta. Tenía que estar en A Coruña.
- Vaya, yo que pensaba que te habías quedado para cogértela conmigo.
- Ya, perdona; pero he conocido a alguien y me ha enganchado. Hacia mucho que no…
- Ya. Me alegro Alfredo, eso está muy bien.
- No te creas, me da unos disgustos… Encima esto tiene muy mala pinta, no me gusta ni un pelo…

Nos adentramos en el bar…

- O tuto… ¿qué? ¿Qué nombre es ese? –me interroga el sargento Brañas.
- No sé, viejo. A mí siempre me ha parecido que tiene reminiscencias de pillarse unos morados…-Sonríe. Dejamos las prendas en el perchero -él sí tiene sombrero- y nos recostamos en sendas banquetas al lado de la barra-.Qué raro que haya tan poca gente (!). Los miércoles no sé por qué, pero esto se llena.

- Hola Modibo, qué tal. Mira, éste es mi amigo Alfredo. Alfredo, Modibo.-Se dan la mano-. Oye, ¿dónde está Xosé?
- Se ha cogido el día, el mamón, aquí me ha dejado, lo bueno es que a las dos viene Lua a ayudarme.
- ¡Hostias!, eso si que es bueno. No sabía que fuera camarera.
- Y no lo es.-A qué se dedicará entonces (?)…
- ¿Qué quieres tomar, Charly? –me convida mi amigo.
- Pídete un par de litros de cerveza y estamos servidos.
- Bien. Hey, perdona –capta la atención del gran barman-, me pones un par de litros…
- ¡Marchando! –le interrumpe.

- Oye, Alfredo, voy a ir al grano, así nos quitamos el tema y podemos departir de puta madre. Mira, yo estoy detrás del mismo caso que tú, aunque yo por otras vías, como puedes suponer. No tengo apenas datos, me es muy difícil conseguirlos por medios legales y necesito que me ayudes.
- Y… ¿Cómo?
- Pues… Si me pudieras contar lo que sabes… -hecho todo en el asador.
- Mira, somos amigos y confío en ti, pero no puedo contarte todos los datos sumariales, se me caería el pelo.
- Bueno, ya tienes edad no…-Me encanta bromear con ese modismo.
- Déjate de bromas, Charly. Yo te puedo contar lo que crea conveniente, si te interesa. Aun así estoy transgrediendo el secreto de sumario.
- Vale, tú ganas.-Dimos un gran trago de cerveza fresca.
- Bueno, la cosa es que al culpable ya lo tenemos, pero nos falta algo para cerrar el caso y que proceda el juicio. El chico es el asesino, todo apunta hacia él; parece un tipo normal, pero a veces la gente pierde la cabeza y hace cosas de las que ni se acuerda, como es el caso. El tipo fue hacia la residencia -certificado por varios testigos-; debía llevar un machete de grandes dimensiones, por el paquete que portaba; entró por la puerta, tenía las llaves –ni él sabe por qué-; el bedel no estaba en ese momento en la entrada, por eso nadie le vio; subió y la mató; dejó el arma en el lugar. Después bajó, salió por el mismo sitio –el bedel, perdido- y se dirigió a casa escullando sangre. Ya está.
- No está. Si no me dices qué es lo que falla, no podré continuar mis pesquisas. Tú tienes fuentes, pruebas, información; yo no tengo nada.
- Mira, sólo te diré que Aleixo, el terco durmiente, se llevó algo que no era suyo y no sabe dónde coño lo ha dejado.
- Te refieres a algo de la chica (?)… Pero…, ¿el crimen se produjo por ese algo?
- No lo sabemos; pero si fue así, la cosa es muy chunga.
- No me vas a decir más (?).
- Demasiado te he dicho.
- Joder, Alfredo (!)… Bueno, pues al menos contéstame a un par de preguntas no relacionadas con eso.
- Venga, dispara.-Bebe un gran trago de cerveza.
- ¿Podrías proporcionarme las señas de alguno de esos testigos que has comentado?
- … Vale, de acuerdo.-Saca su agenda y comienza a transcribirlas en una servilleta de papel.
- Otra. ¿No habéis investigado por otros cauces, es decir, a otros sospechosos?-Me extiende las direcciones de dos de ellos –seguro que alguno más habría-.
- ¿Sospechosos? ¡Qué sospechosos! Te he dicho que el asunto está claro. Mira, es verdad que el padre de ella está metido en cosas muy feas, pero eso es una investigación paralela. No creemos que esto tenga nada que ver, ya que hemos hablado con él y nos ha dicho que amenazas de muerte nunca le llegaron, y matar por nada… no es provechoso, ¿no?
- Claro…
- Pues ahí estamos, preguntándonos el porqué de este homicidio. Si Aleixo no vuelve de su amnesia, lo meteremos en la cárcel igualmente, pero sin que el sepa por qué.
- Vale. Yo no creo que fuera él. A veces lo evidente es lo aparente, lo virtual, sólo eso. Puede ser un astuto ardid para que prescindáis de una investigación en toda regla y así obviéis la verdadera pista. Como el famoso truco de los espejos*. Los policías sólo seguís los procedimientos, las pautas de manual, no atendéis a los detalles, y eso es un gran error. Pensáis como policías, no como criminales; no sabéis meteros en la mente de un asesino. El culpable se os escapa por arriba o por abajo, por complejidad o por extrema sencillez; es imposible que sea todo tan simple. Aleixo ni tiene pinta de idiota ni de matarife.
- Charly, por favor… Vives en un mundo de fantasías, tú también tienes que despertar.
- Cuidado con lo que dices Alfredo, que la amistad no libra de un par de hostias merecidas.
- Vale, tranquilo, no quería ofenderte.
- No me ofendes, me irritas.
- Si quieres me voy…
- No, tranqui. Perdóname Alfredo, no es nada personal, es que últimamente duermo poco y mal. Antes, cuando hemos quedado, acababa de tener el sueño más reconfortante que recuerdo; eso me tenía que haber reparado, pero sigo cabreado.
- Venga, pasa de todo y vamos a privar.
- Qué razón tienes. Venga, un brindis por los viejos tiempos.
- Eso.

No paramos de beber –me invita, yo estoy pelao-. Reímos al recordar la época de estudiantes, cuando todo importaba una mierda, cuando ligábamos, corríamos delante de la policía (quién le iba a decir que ahora…), pegábamos a hijos de puta, soñábamos con volar… Qué tiempos… (…)


* Novela de Agatha Christi. El comentario hace referencia a lo que parece ser pero no es, como la imagen de los espejos, que no es exactamente idéntica a lo reflejado, ya que aparece en incoordinación motriz.


Escrito y pergeñado por: D.C.O.
Narrado por: C.G.S.

No hay comentarios: