23 de mayo de 2008

El agua (primera parte)


Las sociedades antiguas daban una gran importancia al agua: organizaban métodos para garantizar su pureza y abundancia, ya que entendían que es algo más que un recurso, es el origen de la vida; lo consideraban un privilegio y tenían una percepción espiritual de ella. ¿Quién no se ha embelesado observando el agua, o se ha sentido mejor después de una ducha?, considerándose, en este último caso, más una ablución que una simple medida de higiene. Actualmente lo consideramos un recurso o un bien barato y fácil de conseguir (debido a nuestro suministrador, el señor Grifo); construimos presas, diques, mil sistemas para almacenarlo y dar uso de él. Todos los sistemas de industria y agricultura dependen de ello.

El 3% de agua del mundo es dulce y el 99% de éste está en forma de glaciares, casquetes de hielo o bajo tierra. Aún así, bastaría para las necesidades humanas mundiales si se utilizara de forma sostenible, se repartiera equitativamente y se redujera los niveles actuales de vertidos y contaminación.

Ciclo global del agua
El ciclo global del agua, que todos conocemos (evaporación-precipitación), está influido por la acción humana. Es un organismo vivo y debemos conocer y proteger las bases en las que se apoya: una vegetación abundante y variada (influye en la velocidad con que el agua recorre el ciclo: cuanto más densa y frondosa sea más agua de lluvia retiene, más húmedo está el suelo, más suave es el clima y más constante el flujo de los ríos), una tierra sana, ríos que fluyan sin obstáculos y humedales no alterados. Es peligroso explotar en exceso los acuíferos, acelerar la velocidad del ciclo y socavar lentamente sus fundamentos.

Clima
El vapor de agua, junto con CO2, metano y otros gases de efecto invernadero, regula la temperatura de la tierra, ya que retiene la energía de los rayos del sol; pero también sirve de aislante cuando aprieta el sol, ya que cuanta más humedad haya en la atmósfera, más tiempo tardará en calentarse, y en enfriarse después. Cuanto mayor es la distancia al mar (origen de la humedad) más seco y más duro es el clima. En Europa la temperatura sería mucho más baja y extrema si no fuera por la Corriente del Golfo (de México) que calienta nuestro continente. En la capacidad del planeta para redistribuir el calor, el agua juega un papel importantísimo. Un cambio de un solo grado en la temperatura media de la atmósfera terrestre ejercería un efecto espectacular en la cantidad y distribución de las precipitaciones en todo el mundo.

Paisaje y vida vegetal
El agua es uno de los causantes de la formación del relieve que nos rodea. Las plantas, no sólo crean microclimas favorables, además ejercen un efecto moderador sobre el clima de regiones enteras.

El agua es todo un misterio. Es la única sustancia natural que, en las condiciones que se dan en la Tierra, pasa por los estados de agregación: sólido, líquido y gaseoso. No se comprende todavía cómo se comporta el agua en movimiento: los ríos tienen vida propia, cambian su cauce y saber cómo utilizan su energía es impenetrable. Predecir la estabilidad de los ecosistemas y la cantidad de cambios que puedan soportar es más difícil que predecir el tiempo; la observación es a veces más eficaz que los métodos científicos.

El agua nos indica el camino
Deberíamos ser los humanos los que nos adaptáramos a la naturaleza, no ella a nosotros: utilizar el agua teniendo en cuenta el comportamiento natural de ésta, alterar el medio natural lo menos posible para la agricultura, cazar o pescar un número limitado de animales para garantizar la supervivencia de sus poblaciones, y, en general, aprovechar los recursos naturales sin atentar contra ellos.

La sociedad actual se ha convertido en usuaria, explotadora: usa tecnologías que no tienen en cuenta los procesos naturales y se basa en los limitados conocimientos aportados por la investigación científica. Hemos dejado el mundo natural para adentrarnos en ambientes artificiales.

El agua para beber
El 70% del cuerpo humano se constituye de agua, sudamos para regular la temperatura de nuestro cuerpo, somos agua y dependemos de ella para sobrevivir.

En la antigüedad éramos respetuosos con el agua, lo respetábamos y nos adaptábamos a los suministros naturales. Al crecer la población se pasó de amoldarse al agua a amoldar el agua: se construyeron túneles para transportar agua desde largas distancias, así como otras infraestructuras. En la actualidad, menos del 20% de la población mundial cuenta con agua corriente y desagües (el señor Grifo es todo un lujo). 2/3 de la humanidad se abastecen del mismo modo que sus antepasados (llevando agua en cántaros, por ejemplo). En África sigue en vigor antiguas leyes que regulan el uso y distribución del agua, por tanto, los proyectos modernos han de tenerlos en cuenta y adaptarse a las necesidades de cada pueblo. Las modernas tecnologías hidrológicas y sanitarias de occidente no se pueden aplicar indiscriminadamente a cualquier contexto climatológico, ecológico o social.

Nuestro sistema de abastecimiento y eliminación (agua potable de calidad que se va por el desagüe) fuerza demasiado los sistemas hidrológicos naturales y acabará resultando excesivamente caro (más de lo que ya resulta el recoger y depurar las aguas residuales). Tendríamos resultados igualmente satisfactorios si utilizáramos el agua de lluvia y separáramos las diferentes aguas residuales para reciclar una parte (comprobado en muchas regiones).

El agua lo hemos convertido en un recurso finito debido a la contaminación y el crecimiento de la demanda. Los fertilizantes y pesticidas se filtran y contaminan el agua subterránea. También el estiércol líquido supone un grave problema debido a la explotación animal, que se ubica en una zona determinada y excede la cantidad sostenible de estiércol que puede alimentar a la tierra; habría que mantener un equilibrio entre pastos y animales. La contaminación de los acuíferos poco profundos es algo que hay que parar, ya que éstos son más rápidos que los profundos en regenerarse. Una de las soluciones sería sustituir los productos contaminantes (pesticidas, detergentes, aceites, etc) por alternativas biodegradables. Más del 25% de los acuíferos europeos son inservibles como fuente de agua potable debido a su imposibilidad de regeneración.

Los lagos se acidifican como consecuencia de la lluvia ácida: el embalse se vuelve tóxico, sin vida en sus aguas, y se hace muy difícil su rehabilitación. Lo mismo pasa con la tierra que, a pesar de su capacidad neutralizadora (carbonato cálcico y carbonato magnésico), también se está acidificando, provocando la muerte de la vida vegetal. Para frenar la acidificación se emplean sustancias alcalinas (hidróxido metálico muy soluble en agua que proporciona energía) y cal, pero no es suficiente.

Para mantener el abastecimiento “interminable” de agua, los políticos y las empresas hidrológicas emplean tecnologías y estrategias intervencionistas de gran impacto, tales como la recarga artificial de acuíferos, la canalización a grandes distancias, la extracción de aguas subterráneas antiguas y la depuración de aguas, pero la contaminación y sobreexplotación continúan sin control.

Los métodos de depuración no son efectivos cien por cien: no se saben con certeza los efectos de residuos químicos o de sustancias empleadas en los procesos de purificación; los toxicólogos advierten de que unas pocas moléculas de algunas sustancias pueden provocar alergias y enfermedades.

El suministro de agua está cayendo paulatinamente en la privatización (70% en Francia, 25% en España, aproximadamente). Esto supone que las personas pasan de participar poco a nada en la toma de decisiones con respecto al agua, por ejemplo en las medidas a tomar por la escasez de agua: construir un embalse o ahorrar agua. Las empresas hidrológicas sacan provecho, se lucran, con la contaminación. Son parte de empresas con una gran flota de tecnología medioambiental: empresas de construcción (infraestructuras medioambientales e hidrológicas, carreteras, puentes,...), asesorías técnicas, incineradoras, vertederos, y un largo etcétera; y no aplican soluciones, simplemente se aprovechan del sistema y de la escasez de agua: el coste del agua es cada vez mayor y las empresas contaminantes quedan impunes, siendo los ciudadanos los que pagan el plato.

Éstas no son las únicas empresas que se lucran con la naturaleza y su destrucción: el agua embotellada es una industria que va en aumento (Nestlé controla más del 20% del mercado mundial) y se aprovecha de recursos hídricos que deberían ser públicos; a pesar de todo, tampoco se escapa de la contaminación.

Se debería planificar el suministro de agua de forma que cada región administre sus recursos hidrológicos (autosuficiencia regional); además de reciclar el agua, para una menor extracción de la naturaleza, frenar la contaminación, ejercer un uso sostenible y proteger los ríos, lagos y acuíferos.
Pitao Cocijo

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