3 de octubre de 2010

Robert Johnson


Echemos la vista atrás unos cien años, para recordar la mayor historia convertida en leyenda en cuanto a blues se refiere... Además, gracias a esto, aprovecharé para refrescar la memoria de aquellos que creen que todo comenzó con Elvis Presley y el rock de la cárcel. Y es que si se realizara una encuesta mañana mismo acerca de la música popular en el siglo XX, la gran mayoría de público reflejaría, si acaso, a grupos de jazz y blues (sin mayor referencia), así como a personajes de nombre reconocido como Louis Armstrong, Frank Sinatra o incluso Elvis Presley. Nadie cuenta con lo que pasó antes de que estas grandes figuras llegaran a donde llegaron. Nadie sabe qué es lo que escucharon para decidirse luego ellos a hacer canciones. La respuesta se podría reducir, de manera amplia, a dos palabras: jazz y blues.


Las bandas de jazz, entre las décadas de los años veinte y las de los años cuarenta, fueron cuna e influencia indiscutible de muchos músicos posteriores; pero el blues, y sobre todo la figura de los bluesman americanos, marcó también a otro gran número de futuros músicos, quizá más eléctricos y “más conocidos” que los anteriores en las cabecitas, cada vez más pequeñas, de los hijitos.


Y es aquí, en el gremio de los viejos bluesman, donde encontramos nuestra historia: la historia de Robert Johnson.


Robert Johnson nació en el sur del Delta del Mississippi, cerca de un pueblo llamado Hazelhurst, alrededor de 1911. En una familia de once hijos, la vida no puede ser muy fácil, por lo que a los tres años lo enviaron a vivir a Memphis con su padre. Fue allí donde algo más tarde aprendió de uno de sus hermanos lo básico de la guitarra, después de haber probado con el arpa. A los nueve años volvió con su madre a Hazelhurst, y a los diecinueve se casó con una joven tres años menor que él, la cual falleció en el parto del hijo que esperaban. Éste es el primer indicio de la mala suerte que le perseguiría durante su corta vida.


En 1930, Robert comenzó a frecuentar un pequeño pueblo del Delta llamado Robinsonville acompañando al guitarrista Willie Brown en sus interpretaciones. Willie Brown era amigo de Charlie Patton, reconocido bluesman de la época, muy conocido por su virtuosismo a la hora de hacer trucos con la guitarra, como colocársela entre las piernas o detrás de la cabeza; gestos que mas adelante “inventó” un tal Hendrix. Acompañando a Willie Brown, Robert también conoció a Son House, el cual fue una de sus mayores influencias.


Por esas fechas Johnson no destacaba tanto en la guitarra como entre el público femenino. Dicen de él que era un hombre de hueso pequeño y de piel oscura; con unas facciones tan delicadas y un pelo ondulado que hacía a las mujeres interesarse rápidamente en él. Por otro lado, esta faceta de Johnson le acarreó muchos problemas entre los admiradores de sus admiradoras.


A menudo recibía burlas de músicos mayores acerca de su forma de tocar e interpretar, por lo que, harto de aguantar, se fue. Nadie supo nada de Robert durante un tiempo hasta que un buen día volvió. Volvió, pero ya no era el mismo. Ahora tocaba la guitarra con una técnica deslumbrante, enérgica y eléctrica, la cual se muestra en sus grabaciones de 1936. Todos quedaron asombrados ante los nuevos quehaceres de Johnson con las seis cuerdas… Y es aquí donde comienza la leyenda.


Gentes del lugar comentaban que se había perdido en algún pueblo del Delta y se había puesto a practicar frenéticamente con la guitarra hasta alcanzar su nivel. Puede que esto sea cierto, pero la historia más conocida es la del cruce de caminos.


Se dice que Johnson se reunió con el diablo en el cruce de caminos de la autopista 61 con la 49, en Clarksdale. Allí, a la medianoche, Robert concedió su alma al diablo a cambió de adquirir una técnica “endiablada” que le convirtiera en el mejor con la guitarra. Gracias a este pacto, Johnson se convirtió en un músico reconocido, que, sin embargo, no aspiraba a mucho más que a tocar blues, ligar con chicas y beber whisky.


Giro y giro por todo el sur de EE.UU hasta que tuvo ocasión de registrar sus temas (29 en total) en dos sesiones de grabación; la primera en San Antonio, Texas, los días 23, 26 y 27 de Noviembre de 1936, y la segunda en Dallas, Texas, los días 19 y 20 de Junio de 1937. Solo 29 temas, ni más ni menos. 29 temas en los que Johnson trata de la pobreza, de las mujeres, del camino empedrado…, en definitiva, de la mala vida que llevaba. En sus canciones se muestra la gran técnica del músico, con un estilo cercano al de Son House, sincopado, lleno de tresillos, glisandos y contrapuntos que dialogan con la voz solista de Johnson, acompañada en alguno de los temas por el bottleneck (slide), tan bien ejecutado por Robert. Él mismo, en alguna de sus canciones (Me and the Devil Blues, CrossRoads…), hace referencia al diablo, haciendo que engorde la leyenda del cruce de caminos.


Es curioso como al escuchar los temas se oye el zapato de Johnson golpeando contra el suelo, marcando el ritmo del tema, así como viejas puertas de madera que se abren y se cierran.


Muchas de estas canciones han sido versionadas por grupos de los años 60, como Rolling Stones, Cream, Hendrix, Allman Brothers, The Band, etc., dejando constancia de su influencia.


Johnson tocaba y grababa. Estaba en un momento bueno; normal, acababa de pactar con el diablo. Pero en 1938, durante la celebración de una fiesta, y continuando con la leyenda, Robert murió. Un marido celoso puso veneno mortal en el whisky de Johnson. Tenía 27 años. Hay quien dice que murió de neumonía, otros que de sífilis; no está muy claro, como tampoco lo está el lugar en el que fue enterrado.


Todo lo que rodea a Robert Johnson es confuso. A lo largo de los años, muchos investigadores han tratado de avanzar y adentrarse, pero lo máximo que han conseguido son los 29 temas de las dos sesiones de grabación, 2 fotografías y un parte de defunción de 1938. Esto y la leyenda del cruce de caminos, retratada en la película CrossRoads (1986), de Walter Hill, convierten a Robert Johnson en el padre del blues, abuelo del rock and roll y figura clave a la hora de entender y conocer los orígenes de la música popular tal y como la conocemos hoy en día.


TXARLOT

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