Entre trajines de trasiegos convergentes
un ser que debería servirse en esta vida
al igual que existe noche y día
y llegar cual rayo hasta la gente.
Preso, a fe, en campos de cemento
vive el arte, como ser, sin ser sabido
entre cortinas de sueños escondido
velando, cual tesoro, su lamento.
Intenta hallar un plan con fundamento
acumulando a la par planes fallidos
dibujando en la pared lares floridos
poniendo por testigo el firmamento.
Y furia, y paz, y desconsuelo
llena con calor manos vacías
y desprende sentimiento a manos llenas
para ocupar, después, estanterías.
Solo siendo nadie con pasiones
consigue ser algo con sentido
para ver, oír y ser leído
y sentir sin temor sus expresiones.
Carece, este ser, de condiciones
que dicten con detalle el nacimiento;
solo fluye raudo en su momento
contagiando hasta enfermar los corazones.
Inmortal como un ángel caído
deja la huella inconfundible del artista
rastro que deja cuando pisa
con puñales de ilusiones su camino.
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