12 de noviembre de 2008

Sin rostro, sin forma; y, al cabo, sin sombra

Los rostros de mis conciudadanos parecen crueles, inhumanos, absortos en un mar de oscuridad, de “difusa oscuridad”. Me siento extraño, como si no perteneciese a este banco de peces… Otro día más, y veo lo mismo. Ojalá un día despierte lejos de mi hogar, en un lugar extraño, donde nada tenga explicación y la felicidad, no, mejor dicho, la tranquilidad, sobre; que sea algo desposeído de significación, que exista en todas partes, como aquí el aire o el suelo. Pero no, eso no es posible; sería sólo un sueño, algo etéreo que como viene se va… Da igual…, ya me estoy acostumbrando y, la verdad, me acerco bastante a la tranquilidad…

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