9 de noviembre de 2008

Sentimiento de culpabilidad

Hoy me he levantado con un sentimiento intruso, advenedizo e inconsciente, que va tomando forma en la realidad, como si la idea oculta fuese el origen del objeto –sin atender al espacio-tiempo, además–, el constructor y destructor de un mundo externo y caprichoso manejado por mentes impúberes. Este hecho ha alterado mi “paz interior”, trastocando mi escasa e inconstante lucidez. Me miro las manos y están manchadas de sangre. De un color purpúreo que daña la vista, incapacitándola para cualquier admiración. Todo es rojo oscuro, camino del negro; y terror, de color azul. Es un sentimiento pasajero, lo sé, pero intenso. Caras que me miran escrutadoras y amenazantes reprochan mi existencia con espumarajos de rechazo. La mentira se me antoja dichosa; bálsamo de rapiña, catarsis de responsabilidad que hará las delicias de lo perverso. Antojo del asesino altivo; mi cara sin rostro, derretida, desparramada gracias a ese ácido sulfúrico que estúpidamente parece asidero de liberación. Claro horror a lo conocido, y suculento plato del diablo. Extraño del tren, tú me entiendes… Cara de niña, perdóname…

No hay comentarios: