15 de junio de 2008

El agua (segunda parte)


Limpieza de todo con el agua
Utilizar el agua para eliminar heces y desperdicios complica considerablemente la gestión de los recursos hídricos y provoca la contaminación innecesaria de enormes cantidades de agua; se trata de un sistema de saneamiento o, mejor dicho, de eliminación de excrementos, estúpido, ineficaz e ilógico. Además es muy difícil y caro depurar agua con excrementos humanos. Se deberían separar el agua gris (aguas residuales ligeramente contaminadas) de baños y cocinas y el agua negra (fecal) de los retretes; estos ahora van a parar al mismo sitio, se desagua todo por el mismo tubo. Y con este modelo pernicioso se está intentando estafar a los países en vías de desarrollo; si se evitan las aguas fecales en los ríos, se evitan enfermedades.

La alternativa sería una depuración biológica: parques de agua gris, cañaverales por ejemplo, que absorben los desechos biodegradables; o inodoros de aspiración, para un menor consumo de agua, con sistemas de desagüe o con depósitos (tanques) donde reposan los desechos hasta que se pueden utilizar como abono o se descomponen para producir biogás (combustible). El agua gris se puede depurar fácilmente, siempre que no contenga más que sustancias biodegradables (jabón sí, pero no detergentes modernos, verbigracia). Las emisiones de agua no doméstico (desechos de dentistas, fotógrafos, pequeñas industrias, etc) no debería ir a parar a las alcantarillas municipales, ya que es muy difícil su depuración. En las montañas, zonas rurales, y otros lugares escarpados ya se aplican servicios biológicos o de reciclamiento, que consisten en tanques de depósito (no son malolientes, ni repugnantes, sino baratos, eficientes e higiénicos). Es necesario tener en cuenta el valor de los excrementos humanos y la utilidad que pueden dar si se los trata adecuadamente.

Casi todos los líquidos y polvos de limpieza, detergentes, jabones y champúes que se usan en la actualidad contienen sustancias que no se pueden eliminar de las aguas residuales, ni siquiera con las tecnologías de depuración más avanzadas, y sin embargo tienen sus alternativas naturales; los productos de limpieza doméstica deben ser biodegradables. La obsesión por lavar más blanco tiene consecuencias fatales para el medio ambiente. Además los fabricantes no revelan la composición química de sus productos, y exponerse a una excesiva combinación de detergentes, jabones y champúes puede provocar trastornos de la piel, incluyendo alergias e infecciones de hongos. Ducharse, por ejemplo, se está convirtiendo en un aspecto social, con significado social, no higiénico; y es necesario que reflexionemos sobre sus consecuencias. La limpieza tiene raíces psicológicas: en el mundo occidental aproximadamente la mitad del agua que consumimos en los hogares se va por el desagüe del baño, sin contar con el del inodoro.


La piscicultura
Una piscifactoría bien organizada imita los procesos ecológicos naturales, en lugar de oponerse a ellos. Por lo tanto se podrían poner en práctica plantas depuradoras a donde llegan aguas con pocos nutrientes y residuos orgánicos que sirven de alimento a los peces, aprovechando el agua más abajo para regar cultivos; esto es parte de la piscicultura de China e India. Sin embargo nuestra aplicación de la acuicultura consiste en piscifactorías industriales donde se explotan peces que no se alimentan de productos de desecho, sino con soja, pienso, etc., y sus excrementos pasan al río, contaminándolo gravemente.


Agua encajonada


Los páramos y marismas retienen el agua de lluvia, garantizando un flujo constante de agua a los arroyos y lagos, incluso en períodos secos. Además absorben el exceso de nutrientes de campos y prados (procedentes de abonos y fertilizantes) que harían proliferar algas que reducirían el contenido de oxígeno y causarían estragos en la fauna (eutrofización). También la humedad que retienen es un importante regulador del clima local: cuando se secan los humedales se produce un ciclo de deshidratación (la temperatura del suelo aumenta y el agua de rocío no se condensa, verbigracia) y disminuyen las precipitaciones en la zona.En España, como en otros lugares, se han secado humedales por considerarlos insalubres y focos de suciedad. Desde 1900 se ha destruido la mitad de los humedales de todo el mundo. Para la industria minera, por ejemplo, los pozos de agua eran un inconveniente y por tanto han secado arroyos y humedales hasta a 100 km de las minas.

Al contener los ríos canalizándolos y reforzando los cauces, éstos pierden su llanura aluvial y fluyen más de prisa y con más violencia, ya que están confinados en menor espacio, produciendo riadas repentinas y peligrosas. También las hidrovías, construidas con fines económicos, causan un fuerte impacto medioambiental y ponen en peligro toda la ecología del río. Esta obsesión por desecar tierras y manipular ríos tiene consecuencias gravísimas: el suelo no retiene el agua de lluvia (al igual que ocurre en las ciudades), que se desvía por desagües, acequias, arroyos y ríos, aumentando el riesgo de riadas repentinas. Los ríos se han vuelto incontrolables debido en parte a sus propias construcciones; no podemos culpar a las lluvias. En estos ríos regulados y enderezados se produce un empobrecimiento biológico, ya que no tienen orillas, ni diversidad biológica; son tan rápidos que no permiten la vida de mamíferos, peces y otras especies. La ingeniería hidráulica debe establecer una interacción sensata con este organismo vivo.


Agua para regar la tierra
La mayor parte de la tierra cultivada del mundo se riega sólo con agua de lluvia (el 84% aproximadamente, contando los depósitos de este agua), el resto se riega con agua de ríos y acuíferos subterráneos, que contienen sal común (cloruro sódico), sulfatos y carbonatos que poco a poco van convirtiendo la tierra en estéril. Al evaporarse el agua se produce la temida salinización, sobre todo en cultivos sin desagües, en los que el suelo saturado de agua deposita todas sus sales. Para evitar esta degradación del suelo es necesario unos buenos desagües naturales (cultivo en terrazas, por ejemplo) o desbordamientos naturales de los ríos, que eliminan las sales de los campos; la lluvia también cumple con su cometido de eliminación de sales.

Los desbordamientos aportan sedimentos fertilizantes a la tierra. En el Nilo, por ejemplo, se producían como un ciclo natural todos los años, pero la construcción de la presa de Asuán en 1971, con el pretexto de contar con agua durante más tiempo y extender cultivos, provocó la acumulación de limo fértil en el fondo de la presa, en vez de llegar hasta los cultivos, propiciando la necesidad de utilizar fertilizantes artificiales y la salinización de la tierra.

Hay varias formas de conseguir agua para la agricultura moderna: acuíferos (aguas subterráneas), presas y ríos, todo ello supone desgastar o esquilmar las reservas. Antes en los sistemas de regadío tradicionales se veía el agua que había, pero ahora con los pozos entubados accionados por motores no hay ningún control. El agua de río cada vez es menor, así como su fuerza de arrastre, lo que provoca que los sedimentos de los deltas disminuyan y el agua de mar gane terreno, destruyendo, por ejemplo, los manglares, hábitat de innumerables especies y fuente de agricultura y pesca.

Muchos proyectos hídricos de países en vías de desarrollo tienen como objetivo producir energía eléctrica barata que abastezca a la industria (pasando de una sociedad agraria a una industrial) y producir productos para la exportación (demanda mundial de productos), no para alimentar a su pueblo.

La salinización, la sobreexplotación y la sequía son los grandes titanes que acaban con las esperanzas de miles de pueblos. Por tanto es necesario llevar a cabo una adaptación: desarrollar métodos de producción satisfactorios, incluso en las zonas menos prometedoras, eligiendo cultivos adecuados al suelo y al clima. Existen plantas moderadamente resistentes a la sequía y a otros climas especialmente duros: lino, girasol y remolacha azucarera, entre otros. Otros requieren de menos agua: mijo, lentejas, cacahuetes, aceitunas, uvas, almendras, pistachos, higos,…No debemos obligar a la tierra, los cultivos alimentarios autóctonos tienen un rendimiento más modesto pero es la mejor garantía de un estómago lleno y un grado máximo de independencia.



Pitao Cocijo

No hay comentarios: